Daniel Santoro: estética, historia y política. por Raúl Santana

Vacío y plenitud justicialista.por Daniel Santoro

La mamá de Juanito y una leyenda del bosque justicialista.por Daniel Santoro

Juanito Laguna era peronista. por Fabián Lebenglik

La ciudad justicialista. por Alberto Petrina

La lejana patria de la felicidad. por Norberto Griffa

La cuestión racial. El peronismo como cosa de negros y el descamisado gigante. por Daniel Santoro

La utopía tecnológica. por Daniel Santoro

Proyecto Pulqui. OVJ objeto volador justicialista.por Daniel Santoro y Marcelo Céspedes

Proyecto Pulqui. Memoria descriptiva.
por Daniel Santoro


De la ilusión y de ciertas utopías.por Marcelo Céspedes

La construcción de un momento.por Raimundo Fernández Mouján

El corto vuelo del Pulqui.por Emanuel Rodríguez

Gótico justicialista. Un ensayo escenográfico.por Matilde Sánchez

Pintar por Perón.por María Moreno

Manual del niño peronista. por Raúl Santana

Proyecto Pulqui
Memoria descriptiva

Daniel Santoro
La construcción se realizó en un taller de la localidad de Valentín Alsina, una barriada industrial del conurbano bonaerense que fue cuna del primer peronismo y que actualmente muestra las huellas de las devastadoras políticas liberales de los últimos años. El jefe del equipo de trabajo fue Miguel Biancuzo (experimentado maquinista de teatro) asistido por su hijo Gustavo Biancuzo y Raúl García, ambos realizadores escenógrafos del Teatro Colón de Buenos Aires. El tiempo de realización fue aproximadamente de tres meses.
La estructura se materializó con caños cuadrados de aluminio y las alas se integraron al fuselaje con una estructura triangular de vigas tipo americana, esto dio gran solidez y estabilidad a los esfuerzos de torsión.
Para el revestimiento se usaron chapas de aluminio de 0.005 fijadas con mas de 4000 tornillos autoperforantes, mientras que en la estructura se usaron soldaduras de plasma y remaches.
El perfil de las alas se cambió respecto a las del original que estaba concebido para una plena sustentación a 270 km/h; el nuevo perfil es mucho más grueso (NACA 4415) y permite una sustentación a 75 km/h (similar a la de un ultraliviano), que era la velocidad de lanzamiento prevista. Por otro lado, debido al cambio de escala (1:2), se incrementaron en un 10% los planos de sustentación en general.
Como se puede ver, la cabina se integró al fuselaje con el mismo aluminio del resto del avión, que a su vez no tiene ningún tipo de inscripción o símbolo, lo que le da un aspecto hermético, impidiendo todo abordaje visual de su interior.
Para el vuelo, se dispuso de la calle lateral que circunda al predio de la República de los Niños, la que continúa desde el estacionamiento ubicado a la derecha de la entrada principal.
Este se realizó una fría mañana de julio con la presencia de un nutrido grupo de amigos. Para el registro de la acción se utilizaron tres cámaras del equipo de filmación de la productora Cineojo de Marcelo Céspedes; la dirección del film estuvo a cargo de Alejandro Fernández Mouján. El triciclo lanzador fue impulsado por una camioneta a través de una lanzadera de 11 metros. A los 70 km/h, tal como estaba previsto, el avión remontó vuelo pero sufrió una abrupta caída de cola, lo que reveló la pérdida de sustentación a través de la proyección de sombra aerodinámica sobre el plano de deriva. El avión entró en un vuelo invertido para caer en la pista después de unos 70 metros, dañándose la cabina, el plano de deriva y algunas escoriaciones en el fuselaje. La estructura general soportó el impacto aceptablemente.
El avión debió ser restaurado para su exposición en la instalación del Museo Caraffa en Córdoba, hecho que marcó el final de la acción artística y también del registro fílmico.